sábado, 20 de abril de 2013

30. TORTILLA DE CALABACIN

Hola, hoy he pensado en hacer para cenar una tortilla y he recordado una que aprendí a hacer en Zaragoza.

Se trata de la tortilla de calabacin, tan nutritiva, ligera y fina.

Se necesitan unos tres calabacines pequeños o dos medianos. Cuatro huevos, aceite y sal.

Se lavan bien los calabacines y sin quitarles la piel, solo el sobrante de la rama, se corta en rodajas  finas y 

se les añade un poquito de sal.

Se pone el aceite a calentar y cuando el aceite está en su punto se echan los calabacines a freír. Cuando 

están a medio freír se le añade medio vasito de agua y se tapan y se dejan terminar de freír/cocer hasta que 

se haya evaporado el agua.

Se baten los huevos en un bol, cuando el calabacin esté hecho, se le quita todo el aceite sobrante y se 

añaden los huevos y se pone a cuajar.

Vereis que esta tortilla está riquísima y sobre todo que es fina al paladar.

¡¡ Buena cena ¡¡

29. TRUCHAS A LA SANABRESA


Hoy es un día para recordar este plato tan sabroso y sencillo de la cocina de mi abuela y de tantas otras abuelas  de la aldea.
Mi abuelo era manco, le faltaba el brazo derecho y aunque cazaba alguna liebre lo de pescar no era lo suyo.

Sin embargo un vecino era pescador y de los buenos y en el Río Negro había y todavía hay truchas. Es un río de aguas límpidas en las que se ven hasta las piedras del lecho aunque se le llama Negro porque a sus orillas crecen umeros, robles y álamos y en bastantes tramos es sombrío.

Pues éste vecino pescador, en temporada, siempre traía al pueblo la cesta repleta y hacían trueque o se le compraban. 

Y mi abuela las limpiaba y las hacía casi siempre de esta manera que describo a continuación y estaban tan ricas que cuando las ponía en la mesa no quedaban ni las raspas.


PREPARACIÓN:

Se limpian las truchas y se abren dejando las cabezas. Se ponen a rehogar en una sartén con manteca o aceite de oliva y se sacan cuando están doradas.
En el aceite de freír las truchas se echa una cebolla a cuadrillos, tres o cuatro dientes de ajo cortados, orégano y laurel y cuando están ligeramente dorados se le añade una cucharada de pimentón,  un vaso de vino blanco y se meten las truchas dándoles un hervor durante diez o doce minutos. Se tapan y se dejan reposar. Se pueden comer también frías.